Uno de los experimentos más conocidos sobre psicología social es el experimento de Milgram. Este sirvió para saber cuál era el nivel de obediencia del participante cuando recibía órdenes de un superior. Conoce de qué trata este experimento y adquiere todos los conocimientos con nuestro Máster Experto en Psicología Social en Turismo.
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El experimento de Milgram
Este se publicó en 1963 por el psicólogo Stanley Milgram, bajo el nombre de “Estudio del comportamiento de la obediencia”. La idea surgió después de un juicio a un militante nazi por sus crímenes contra la humanidad. El psicólogo se planteó si los oficiales del régimen de Hitler solo estaban siguiendo ordenes y por ende, cómo la autoridad puede imponerse a nuestros imperativos morales.
El método del experimento
Se buscaron voluntarios para un experimento sobre la memoria y el aprendizaje, nada que ver con el experimento real. Personas de edades comprendidas entre los 20 y los 50 fueron quien se presentaron, todos de educaciones muy diferentes, desde estudiantes hasta doctorados.
El experimento es relativamente sencillo. Podemos guiarnos con la imagen superior. Para realizarlo se necesitan tres personas, el alumno (un actor colaborativo), el maestro (el participante que leyó el anuncio, el sujeto real del experimento) y el experimentador (el investigador real). Este le explica al maestro qué debe hacer, se trata de castigar al alumno cada vez que este responda erróneamente a una pregunta. En teoría, tanto el alumno como el maestro son roles que se eligen al azar, pero el experimento está amañado, ya que forzosamente al sujeto le tocará el rol de maestro.
El experimento
Todo se complica cuando al alumno lo desplazan a otra estancia separada por un cristal, lo atan en una silla y le conectan unos electrodos. Se le avisa que las descargas pueden llegar a ser muy dolorosas pero que estas no van a tener consecuencias irreversibles. Esto lo menciona delante del maestro.
La idea es que se le aplicará descargas eléctricas, cada vez mayores, cuando el alumno falle las preguntas que se le formularán. Este gritará, pedirá auxilio y la detención del experimento cuanto más alto sea el voltaje. Si el maestro pide no continuar, el investigador le indicará imperativamente que siga, para ver hasta dónde puede llegar.
Resultados
En el experimento de Milgram, lo intrigante es que el 65% de los participantes llegaron hasta el final, 450 voltios. Muchos se sentían nerviosos e incómodos al hacerlo pero no cesaron. Todos se cuestionaron la intención del experimento pero ninguno se negó a aplicar más daño antes de los 300 voltios.
Uno de los resultados del experimento fue la identificación de un patrón. Si los maestros compartían un contexto social con el alumno, paraban el experimento antes.
Un punto a destacar es que ningún participante, después de pedir que cesara el experimento, fue a la estancia contigua a comprobar que el alumno se encontraba bien sin antes pedir permiso al investigador.
¿Hasta qué punto podemos llegar si es alguien con autoridad quien nos lo pide? ¿Dejamos nuestros imperativos morales a un lado para complacer y obedecer ordenes? ¿Es el experimento de Milgram inmoral?