El padre del psicoanálisis, Sigmund Freud, es uno de los intelectuales más relevantes del mundo contemporáneo. Su teoría explica que nuestra mente tiene una estructura interna dividida en tres partes: el Súper-yo, el Yo y el Ello. Estableció que el ser humano dispone de unos mecanismos de defensa para superar los desequilibrios mentales que nos pueden alterar el día a día. Especialízate en el ámbito de la psicología con nuestro excelente Curso Experto en Psicología Social en Turismo.
Índice de contenidos
El psicoanálisis freudiano
Nuestra mente está estructurada y dividida en tres partes muy diferenciadas que interactúan entre ellas. Cada parte se ocupa de una función y tiene unas pulsiones y unas características únicas.
El Súper-Yo
Responde al principio de realidad y es el nivel hiperconsciente del individuo. Somos máximamente conscientes de lo que ocurre en este nivel. Se trata de una estructura normativa y punitiva, ya que nos dice cómo hacer las cosas. Esta parte de nuestra mente está construida socialmente, y nos dice qué es moral y ético y conocemos el castigo por no actuar bien.
El Ello
Paralelamente al Súper-Yo, encontramos el Ello. Aquí se encuentran los deseos y las pulsiones más primitivas. Según Freud, se rige según el principio del placer, y en esta estructura tenemos dos pulsiones fundamentales: el Eros y el Tanatos. El principio responde a la sexualidad, al deseo sexual. EL segundo a la muerte.
El Yo
Entre estas dos estructuras tan antagónicas, se encuentra el Yo. Aquí se producen discursos caracterizados por el raciocinio. Hace de árbitro entre las exigencias moralizadoras y los imperativos de placer. Tiene que dejar que la necesidad de placer del Ello se satisfaga de alguna forma, pero sin violentar las exigencias morales del Súper-Yo.
¿Qué son los mecanismos de defensa?
Sigmund Freud estableció y definió unos mecanismos de defensa psicológicos del Yo. Estos los utiliza la mente humana para suprimir, elaborar o superar los desequilibrios emocionales producidos por los conflictos mentales. Estos son capaces de desarrollar neurosis, lo que a día de hoy conocemos como los trastornos de ansiedad. Estos mecanismos de defensa condicionan el comportamiento de las personas.
Mecanismos de defensa
Sublimación
Se trata del principal mecanismo de defensa. Es la proyección metaforizada de un deseo. Desviamos el comportamiento hacia actividades superiores en la escala moral delante de un conflicto, mala consciencia o tendencias inaceptables. Algunos ejemplos de sublimación serian el inicio de un comportamiento religioso, político, la dedicación a una obra social, artística, etc. O incluso cosas tan simples y cotidianas como una sonrisa, esta puede proyectar un deseo sexual y es aceptable.
Este mecanismo de defensa compensa al individuo de sus tensiones psíquicas. No es patológico en si mismo, se trata del mecanismo más ordinario. Estamos continuamente sublimando.
Racionalización
De los mecanismos de defensa, la racionalización consiste en desactivar racionalmente pensamientos que hemos tenido que no nos gustan. Busca las razones que explican el propio comportamiento y que no entren en conflicto con nuestra propia escala de valores éticos o de autoestima.
Se trata de una forma de hacernos creer nuestras propias mentiras. Neutralizar por la vía de la razón ideas complejas o pensamientos recurrentes que no nos gustan e intentar evitarlos.
Negación
Este mecanismo de defensa está muy relacionado con la muerte. Es la no aceptación de la realidad objetiva porque nos molesta intensamente des del punto de vista anímico y la modifica sustancialmente. Es un mecanismo de defensa especialmente psicótico.
Regresión
Se trata de una marcha atrás, de adoptar la actitud de niño, involucionar. Volver a un comportamiento que en etapas anteriores de la ida daban satisfacción para superar un conflicto actual. A veces, cuando hemos hecho algo que está mal, pedimos perdón de una forma infantilizada, para tapar nuestro sentimiento de culpa.
Desrealización
Es una difuminación voluntaria. Es una antifulminación deliberada de nuestros pensamientos, de los recuerdos que no nos interesan. La mente intentará borrar de nuestros recuerdos aquellos pensamientos.